Desde el momento en que comprendamos y asumamos que la motivación es una poderosa fuerza que conduce a la acción y que mueve a los
individuos a intentar lograr un fin para satisfacer una expectativa, aceptaremos que el comportamiento de las personas está determinado por lo que les motiva.

Por lo tanto, y a nivel de liderazgo organizacional, podemos y debemos esforzarnos por:

:: Involucrar a los colaboradores, hacerles partícipes de los proyectos de la empresa, pedirles su opinión y sugerencias. Con ello lograremos no sólo que se sientan útiles y parte de la compañía sino que además puede ser un elemento de valiosa información para la propia empresa.

:: Darles feedback tanto sobre la evolución de la compañía o del área, como de su desempeño personal y su contribución a los resultados alcanzados.

:: Reconocer los logros en público, elogiarlos por el trabajo realizado, darles reconocimiento ante sus compañeros.

:: Delegar en ellos, darles autoridad, responsabilidades, etc., con el fin de brindarles oportunidades de desarrollo y autorrealización.

:: Escucharlos, dedicarles tiempo, considerar sus ideas y opiniones.

:: Mostrar interés por ellos. Los empleados son personas, con vida fuera de la empresa y sin duda sus problemas personales pueden afectar a su desempeño y su relación con la compañía. Podemos preguntarles, aconsejarles, darles tiempo o permisos que puedan serles necesarios.

:: Cuidar el ambiente de trabajo, fomentar el respeto, la equidad y la camaradería, incluso con actividades fuera del horario de trabajo.

:: Evitar que caigan en rutinas. Variar sus tareas, rotar puestos, cambiar funciones, establecer nuevas metas y/o retos

:: Marcar objetivos alcanzables pero desafiantes mutuamente aceptados incidirá asimismo en un mejor desempeño